domingo, 1 de enero de 2012

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By fumigaciones at 2011-12-04

A pesar de todo ello, el Organismo Subsidiario de Asesoramiento Científico, Técnico y Tecnológico de Naciones Unidas, establece que “ninguna actividad de geoingeniería relacionada con el clima tendrá lugar hasta que haya una base científica adecuada para justificar tales actividades. Pero…. ¿y si existe un equipo de científicos que justifica la actividad? ¿No es preferible estudiar primero las consecuencias que podrían derivarse de una intervención del clima en el que no podemos controlar? ¿Quién va a controlar estos experimentos? ¿Con que derecho pueden jugar a ser Dioses con unos elementos que jamás podrán ser domados por el hombre por mucho que se empeñe? ¿Pueden ser la estelas una de esas justificaciones de cara al cambio climático?


Sin embargo los defensores de la geoingeniería se cuentan por cientos, se agrupan y no cabe duda de que tienen hasta lobbys en el Parlamento Europeo para que se dicten leyes a su conveniencia. La manipulación de políticos es global mientras no cambie el sistema actual de gobernar.

Naomi Klein escritora canadiense exclama: ¿Cómo se atreven a reclamar el derecho a bloquear el sol, a pintar las nubes, a cambiar la química del océano?. Miren cuánto petróleo se derramó en el Golfo de México. Si hay alguna lección de este desastre es que no podemos controlar los efectos de nuestra tecnología y nuestra tecnología no es capaz de remediar las perturbaciones de la tierra que nosotros mismos desatamos.

Recientemente la cadena de TV Cuatro ofreció un reportaje de tres minutos sobre la geoingeniería. En él, Raquel Duva de los informativos desveló a los espectadores la posibilidad de que las estelas nubosas que vemos en el cielo durante los últimos años sean lo que multitud de científicos han descrito: proyectos para combatir el cambio climático por medios tecnológicos.

Si es así, y todo induce a que si, se está cometiendo un grave perjuicio contra la humanidad, contra la democracia, contra la libertad de las personas y se esta poniendo en peligro no solo la salud de las personas, sino la propia existencia del bienestar común de la humanidad. Lo que se haga para manipular el clima, que es un sistema global independiente y ya esta tocado debido a la deforestación y otras causas humanas, no es ni nunca podrá ser, competencia de unos o de pocos países, es problema de todos. Hablar de “legislación nacional” es simplemente una coartada para justificar experimentos que seguramente tendrán impactos dramáticos en otros países, incluso muy lejos de donde se inicien.

Una de las propuestas de geoingeniería que más se impulsan actualmente, es la inyección de nanopartículas azufradas en la estratosfera, para crear sombrillas gigantes que tapen los rayos solares. David Keith, un entusiasta de la geoingeniería, consiguió recientemente que se le publicara un artículo pretendidamente serio sobre el tema, en la revista Nature. Ellos saben que las partículas inyectadas caerán posteriormente, causando daños similares en mar y tierra, además de muerte prematura de miles de personas. Paul Crutzen, Nobel contestó a estas advertencias que también el cambio climático amenaza la vida de la gente.

La geoingeniería es un plan de los mismos gobiernos y empresas que han provocado el cambio climático, para convencer a la sociedad que podrán resolver el desastre con un “plan B” que traerá más y nuevos riesgos que lo anterior, pero les permitirá mantener sus privilegios mientras vivan. Las generaciones futuras les dan igual. Ellos ya no estarán. Sin embargo no debe existir el plan B. Los ciudadanos no se lo podemos permitir y si no protestamos la culpa recaerá en nuestro silencio como bien nos dejo dicho Jean Couteau “no podemos perder nuestro poder”.



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