viernes, 7 de diciembre de 2012



Cuando publicamos un informe con evidencias científicas denunciando a los chemtrails o a la industria farmacéutica que fabrica vacunas nocivas, o alimentos transgénicos de las corporaciones biotecnológicas, somos tildados de “conspiranoicos” por otros medios que defienden la mentira, y sin prueba alguna que los sustente.

El sentimiento de impotencia y agobio que esto nos produce socava nuestra tolerancia profundamente. Nos sentimos envueltos por la oscuridad y la ignorancia de un público indiferente que fue sometido a lavado de cerebro durante muchos años, incapaz de cuestionar, absolutamente ciego y suicida.

Lo peor de todo es que muchas personas no quieren saber la verdad. Esta situación es parecida a cuando alguien intenta mostrar un vídeo de crueldad animal en China (mercado de pieles), la gente suele voltear diciendo “no quiero ver eso”, “sacalo”. El problema es que al no verlo, la cabeza no les cambia.

No existe el shock que da pie para una evolución de consciencia. “De algo hay que morirse” proclaman otros al descubrir que los OGM son altamente dañinos para la salud. Sepan que es laborioso intentar rescatar gente que no extiende los brazos para salir del pozo de la desidia, que además se familiariza con el pozo y decide que el pozo está bien, que es normal, que “de algo hay que morirse”.


 
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